viernes, 2 de mayo de 2014

XVI.

Mi última lágrima no fue por ti, fue por todo aquello que nunca llegamos a ser, fue por como era y por como soy, porque te dejaba ahí, te quedabas en tierra mientras yo y mis sueños, todas las oportunidades que había dado como perdidas nos esfumábamos sin mirar atrás, sin despedirnos de todo lo que hasta ese momento había formado parte de mí.

Me iba de tus manos y lo único que podía hacer era llorar porque no hacías nada por retenerme, no gritabas, simplemente me dejabas ir; y habría dado lo que fuese por bajar del avión, recoger las maletas y verte ahí, lo hubiese dado todo por que me hubieses retenido junto a ti. 


Pero te limitaste a darle las maletas al taxista y esbozar una mueca que no me dejabas interpretar.
Algo así como el dolor y el miedo enmascarado por tu perfecta sonrisa, por una falsa felicidad. 

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