Y sin embargo los dos sabemos que si ahora me llamases, todo
se reduciría a un «sí».
Sí, te quiero. Sí, te necesito.
Sí, quiero volver a tenerte a mi lado. Sí, intentémoslo otra
vez.
Te perdono, quiero que me perdones. ¿Lo harás?
Olvidemos todo esto, empecemos de cero. Esta es la
definitiva, esta vez sí.
Bastaría con que cogieses el teléfono e hicieras esa
llamada. Que te dieses cuenta de que este, aquí y ahora, podría ser nuestro momento.
De que todo podría salir bien.
Pero siempre hay un «no», no importa cómo, ni cuándo.
Lo nuestro siempre será un rotundo «no».
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