Esta tarde he pensado en todo lo
que conlleva vivir lejos de aquellos que realmente quieres. Llevo 12 años lejos
de mi verdadero hogar, llevo 12 años alejada de todo lo que me importa de
verdad, y hoy por fin he comprendido que lo que he hecho hasta ahora me hace ser una súper heroína. Sí, porque lo
digo yo, porque por primera vez en la vida me lo merezco.
No entiendo como he podido
aguantar tanto tiempo sin echarme a llorar a cada instante, aguantando idas y
venidas, llamadas, fotografías y cartas de amor. No creo que sea valiente, es
lo que hay y no hay vuelta de hoja, pero cuando lo piensas fríamente… creo que
con cada mensaje de esas personas que viven al otro lado del océano me desgasto
un poco más, y me entran unas ganas inmensas de cruzarlo aunque sea nadando, de
poderles abrazar, de sentir que mi familia está cerca. Sí, lo sé, mi familia
está conmigo, pero no puedo evitar echar de menos a los demás, a los que
necesito, a los que sólo veo por una pantalla y de vez en cuando… por los que
muero de ganas de dejarlo todo y volver a empezar junto a ellos. No sólo hablo
de mi familia, sino de todos aquellos que por un motivo u otro he ido
conociendo, en aquellos en los que he dejado un pedacito de mí, aquellos que
sin que lo sepan, me hacen sonreír al recordarlos.
Verte me hace daño, al final siempre tienes que despedirte
(10.000 km no son nada si quién me espera al otro lado vale la pena).